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de la Seguridad Vial

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La Iglesia y la Seguridad Vial. Tercera Parte

Mario Holguín / Presidente FundaReD
Rep. Dominicana
1/10.

“La palabra de Dios ilumina el camino” constituye la segunda parte de las Orientaciones para la Pastoral de la Carretera de la Santa Sede. En este documento se hace referencia a los diversos pasajes bíblicos, tanto del Viejo como del Nuevo Testamento; a la movilidad humana, a las peregrinaciones, a las continuas migraciones del ser humano, a las vías y los viajes, al desplazamiento como un “fenómeno que caracteriza al hombre contemporáneo”.

La exhortación en la Santa Escritura de elegir el “camino recto” no es más que la utilización de figura metafórica que determina el comportamiento humano. Y es que referido a la movilidad, “el viaje, no sólo como un desplazamiento físico de un lugar a otro, sino en su dimensión espiritual, porque el viaje relaciona a las personas, contribuyendo a la realización del designio de amor de Dios”.

“Está comprobado que una de las raíces de muchos problemas inherentes al tráfico es de orden espiritual”.

La Iglesia promueve el vehículo como un medio que se puede utilizar de modo prudente y ético, para la «convivencia», la solidaridad y el servicio a los demás, o se puede también abusar de él. Estas son palabras textuales sacadas de las Orientaciones para la pastoral de Carretera, de la calle.

“El automóvil se presta, de manera especial, a que el propietario lo utilice como objeto de ostentación de sí mismo y como medio para eclipsar a los demás y suscitar sentimientos de envidia”. Esta última reflexión se refiere cuando el conductor asume un comportamiento de dominio sobre los demás usuarios de las vías públicas y placer por la velocidad.

La Iglesia Católica hace un llamado a la caridad, al servicio al prójimo, a la justicia, a la esperanza como virtudes del conductor, por lo que genera Los Diez Mandamientos del Automovilista, a saber:


I. No matarás.

II. La carretera sea para ti un instrumento de comunión entre las personas y no de daño mortal.

III. Cortesía, corrección y prudencia te ayuden a superar los imprevistos.

IV. Sé caritativo y ayuda al prójimo en la necesidad, especialmente si es víctima de un accidente.

V. El automóvil no sea para ti expresión de poder y dominio, y ocasión de pecado.

VI. Convence con caridad a los jóvenes, y a los que ya no lo son, a que no se pongan al volante cuando no están en condiciones de hacerlo.

VII. Brinda apoyo a las familias de las víctimas de los accidentes.

VIII. Haz encontrar a la víctima con el automovilista agresor en un momento oportuno, para que puedan vivir la experiencia liberadora del perdón.

IX. En la carretera, tutela la parte más débil.

X. Siéntete tú mismo responsable de los demás.

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